Como ya comenté en la entradilla introductoria previa a la entrada de Cosmos Distant Worlds, aquí os traigo la entrada en la que desgranaremos todos los aspectos negativos de un evento que, pese a todo, ha conseguido que todos sus asistentes lo recuerden durante años con una sonrisa de oreja a oreja.
Pero hasta el mejor escribano echa un borrón, y siendo la primera vez no iba a ser todo perfecto. No olvideis que aquí destacamos por hacer las cosas a nuestra peculiar manera.
En primer lugar, y aunque técnicamente no lo considero un problema de organización sino una eventualidad habitual en los conciertos, la tarde empezaba con una cola. Como era de esperar y por motivos obvios, los accesos estaban cerrados y eso hacía que los asistentes más tempraneros tuviesen que hacer cola para poder coger un buen asiento en el graderío. Recordar que esta era la zona que no estaba numerada y es perfectamente comprensible.
Una vez abiertas las puertas, el primer problema era especialmente para aquellos que iban a ir a la grada del Palacio de Vistalegre. Como el acceso al interior tenía cuatro puertas, comenzaron a dividir la cola en otras cuatro más pequeñas para hacer avanzar la mencionada cola, que ya daba la vuelta completa al recinto y un poco más alla. Hasta ahí logico y normal.
El problema viene cuando ves que, con esa politica de subdividir la cola, la gente que había llegado mucho más tarde estaba entrando cuanto menos a la par que otras personas que se habían llevado sus buenas horas a la intemperie y resistiendo a los elementos.
Durante nuestra entrada pude observar como el Ayuntamiento de Madrid volvia a hacer de las suyas en cuanto a planificación de grandes eventos. De nuevo, toda la dotación de SAMUR que había movilizado para unas 2000 personas era una única ambulancia... Tengo que decir que no me fije bien si era básica o uvi móvil, pero para alguien que se dedica a la sanidad y que se ha formado en urgencias y emergencias extrahospitalarias es un despliegue manifiestamente insuficiente. Quizás se escudasen en la cercanía de un hospital con servicio de urgencias, pero esta claro que si ocurría alguna eventualidad estábamos completamente desprotegidos. Una vez más, en un evento en la ciudad de Madrid, sobrevolaba el fantasma del Madrid Arena.
Pero ojo, la dotación de limpieza era superlativa. Una unidad del servicio de limpieza urgente SELUR y otra camioneta del servicio regular de basuras. Esa es la consideración que tiene el Ayuntamiento de Madrid de un grupo de personas que iba a un concierto de música instrumental. No estamos hablando de un concierto de rock o de música pop. ¿En los conciertos del Auditorio Nacional ponen servicios de basura extra? Por favor...
Y seguíamos empalmando despropósitos. A la entrada del recinto había un grupo de vigilantes de seguridad que realizaban cacheos, entendibles hasta cierto punto, y registros de bolsos que rozaban lo ilegal. Eso de meter las manos en bolso ajeno... Creo que la seguridad privada no tiene muy claros los derechos de los ciudadanos y su trato del público deja muchísimo que desear. Todo esto para obligar a los fans a desprenderse en la entrada y sin piedad, de sus paraguas. Desde luego que no seria por no mojar los suelos del recinto... Además era sangrante porque unos escasos metros más adelante, ¡había una consigna! Por si fuera poco, cuando salimos ahí estaban. Tirados de mala manera en cajas de cartón a merced de la buena voluntad de la gente.
Otro de los "magnificos" detalles de la seguridad era que, si llevabas una botella de plastico - en mi caso una de agua corriente y moliente - te despojaban del tapón así, sin mediar palabra. Señores, que la normativa está muy bien, pero es que aquí pasamos de Juanin a Juanon y sobretodo aplicamos lo que nos sale de las reales narices. ¿Íbamos a agredir al arbitro con los tapones? A no, que era un concierto sinfónico... ¿Íbamos a rellenar las botellas de agua para ahorrarnos unos euros o no deshidratarnos con los tripis que nos íbamos a tomar? ¡Por favor! Que eramos un grupo de personas civilizadas, educadas y que queríamos escuchar buena música SIN-FO-NI-CA
Pero bien que había un improvisado bareto en el interior del recinto exhibiendo alegremente los grifos de cerveza y botellas de alcohol en un recinto donde podían entrar MENORES. Sobre ese tema poco más queda que añadir, señoría.
Y el remate final de los despropósitos. Las sillas, dispuestas en la pista del estadio para aquellos que habíamos pagado mínimo 90€ más para estar más cerca de la orquesta y disfrutar mejor del evento, tenían tela... Sillas estrechas - no voy a negar que mi culo es más bien grande, pero solo pido una silla en la que al menos me quepa, que no es tan difícil - de mala calidad (incluso las VIP, que estaban sobre los 120€, ojo) y además unidas con bridas de plástico. ¡Como si nos las fuésemos a llevar a casa! Un autentico sinsentido...
Al final tuvimos que tirar de "vandalismo" sano, romper las bridas que nos constreñían y hecho esto, poder mover las sillas en una suerte de tetris de culos que nos permitiese disfrutar cómodamente del concierto. Pese a todo salí con un dolor en los muslos y unas agujetas en los días siguientes que parecía que me había pasado un chocobo por encima.
Como punto final y a modo de puntilla para la organización decir que en la próxima edición, si es que vuelven a Madrid, espero que no se dejen llevar por los intereses comerciales y nos lleven a un auditorio en condiciones, como se hizo en Barcelona. En Madrid nos sobran buenos auditorios en los que reunir la cantidad de gente que estaba en Vistalegre y con una acústica mucho mejor y apropiada a un concierto de música sinfónica.
Unos pocos oscuros que, pese a todo, no sirvieron para empañar lo importante. La pena es que nuestro extasis por el sublime concierto que nos ofrecieron es lo que hace que no nos quejasemos de todas estas irregularidades. Es el arma que tienen y de lo que se valen estas empresas que organizan eventos sin importarle los eventos en si.
¡Nos vemos en la próxima entrada junto a la Llama de Cosmo!
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